martes, 26 de febrero de 2008

OPINIÓN SOBRE LOCALES DE KARAOKE

En la avenida Venezuela cuadra 11, en el distrito de Breña en Lima-Perú estaba el Evers que ya cerró. Era la época en que la única máquina verdadera de karaoke era una Pioneer que costaba 6,000 dólares y que leía sólo CDs graphics, unos CDs especiales. Esta clase de CDs tenían un costo de 100 dólares por un disco tamaño long play con 16 canciones con video y de 35 dólares el disco tamaño pequeño con 16 canciones sin video. Después con el devenir de los años aparecieron otras máquinas y el costo bajó tanto que hoy tenemos lectoras (marca MIRAY que yo recomiendo) de verdadero karaoke desde 159 soles con 2 canales y desde 199 con 5 canales. Cuando digo "de verdadero karaoke" me refiero a que la lectora disminuye o aumenta medios tonos de la melodía original y así podemos adecuar nuestra voz a la canción. De manera que un cantante ronco como yo puede cantar, bastante aceptablemente, una canción de Luis Miguel pero bajándole 8 semitonos ó 4 tonos. Desde hace 7 años tengo lectoras Miray que he ido renovando y estoy satisfecho. Por lo general las lectoras tienen efectos especiales de audio tipo "eco". He acoplado equipos de sonido marca Samsung y Sony y ninguno me ha satisfecho. Más bien he comprado una columna de sonido en la Galería Central del Jr.Puno a 120 soles y emite un buen sonido. Así que mi recomendación es tener la lectora, un televisor con sonido estéreo y una columna de sonido. También les recomiendo que acoplen un equipo de sonido con audífonos y cassetera. Así pueden grabar sus canciones cantadas por ustedes mismos y luego el cassette lo digitalizan y lo graban en un CD. Yo lo he hecho de manera artesanal y ya tengo mi CD. Aclaro que mi ánimo no es comercial. Tengo ese CD para regalarlo a mi familia y a algunos amigos. Últimamente ha aparecido en el mercado una grabadora de DVD marca LG con capturadora de audio y video incluidos. A un precio de 250 soles (84 dólares). Este aparato es de mucha utilidad para los aficionados al karaoke porque les permitirá digitalizar su cassette. Sencillamente sacan un cable de audio estéreo del televisor o de su DVD y lo ingresan a la grabadora de DVDs. Me olvidaba, el karaoke Evers contaba con un sonido bastante bueno, los discjockeys Gustavo y Rubén eran muy amables,tenían cientos de canciones, cobraban un sol por canción. Un error, que parece pagaron caro, es que los micrófonos se deterioraron y no los renovaron nunca, los parchaban y los parchaban y los parchaban.
Otro local en Breña es el karaoke Paco´s en la cuadra 14 de la avenida Venezuela. Tenía como diferencia que se tenía que salir a cantar en un proscenio, el sonido era de regular a malo, faltaba ecualización. Y el discjockey era el mozo, era el motociclista del delivery, el cajero y no era el policía porque no tenía tiempo de enfundarse el uniforme. Su dueña era una dama japonesa que cantaba muy bien los boleros.
Alguna vez fui al karaoke de la pollería Rockys de la esquina de la avenida Sucre y Bolívar. Mal sonido y en suma lo calificaría de malo. También he ido al karaoke de la Asociación Peruano-japonesa, muy bueno excepto que tenían preferencias descaradas para otorgar el micro a los niseis que eran más de seis.
Tambièn hemos ido con mi esposa al karaoke HECHIZOS de la avenida Gregorio Escobedo en la Residencial San Felipe en el distrito de Jesús María en Lima. (El karaoke de la asociación peruano-japonesa está en la misma calle). Es muy bonito, tiene una disposición como de salas con sofás para sentarse y siempre escuchamos a buenos cantantes. Creo que ahora ya no existe.
También hemos ido al karaoke ANGELUS en San Borja (en la avenida Aviación) y no nos gustó, gastamos como 100 soles y apenas cantamos 2 canciones en 2 horas. Es que también se baila.
Un buen karaoke, siempre en la avenida Aviación fue ( ya no existe ) AMIGOS, cerca de la Avenida San Borja Norte. Tenía una pantalla gigante compuesta por 16 televisores de 20 pulgadas. Buen sonido, ambiente de sofás y una carta de canciones muy variada.
Un karaoke que se cree exclusivo es el LE POINT en la cuadra 29 de la Av.Aviación, pero no pasa nada.
Y en la cuadra 30 está el karaoke ROCKYS que se los recomiendo a todos los aficionados. Han mejorado su atención tremendamente.
En Huaraz fui a un karaoke cuyo nombre no recuerdo pero que era super bueno, excelente carta de canciones, atención muy buena, precios razonables y el lugar seguro.
En Chiclayo en la Av.Balta he ido a algunos karaokes pero son solo regulares.
En Cajamarca fui a un karaoke muy bueno también.
En Sullana fui al karaoke CALLE UNO y me pareció bueno. Ese es mi ranking de los karaokes que conozco.
(alfredo guerrón).

lunes, 4 de febrero de 2008

BABEL (CUENTO ). Autor: Alfredo G.O.

Anel estaba cantando "Hacer el amor con otro" y recordaba que había tenido un día de mierda.
En el trabajo se colgó el sistema y retrasó la entrega de los balances por dos horas ante la ansiedad del jefe por tener en sus manos la información requerida. Había estado casi todo el día con un dolor menstrual que la acompañaba casi siempre de la manera más inoportuna. Recordó el consejo de su amiga Sara y se había comprado una arcoxia de 120 miligramos (le costó 7 soles, puta, un poco cara) y comprobó que era verdad tanta belleza, esa cápsula era milagrosa. Se la tomó y a los 5 minutos el dolor desapareció para siempre. Y el día se aclaró, dejó a un lado las imprecaciones y se concentró en su trabajo y en Miguel, su amor imposible. Era casado, pero un amante de aquellos. Una vez la había poseído en los baños pero fue suficiente para volverse adicta. Él trabajaba en la sección de al lado pero a veces irrumpía en su sección (tal vez lo hacía por joder) y la miraba y ella sentía que la voluntad le abandonaba y que quería proclamarse en ese momento su divina fan, su esclava. Hijo de puta, sabe que me trae muerta. Pero lo disimulaba muy bien. Sudaba frío, pero era fácil echarle la culpa al calor, se ruborizaba por la cantidad de malos pensamientos que se apoderaban de su cabeza y que fácilmente le habrían costado la condena para unos tres infiernos. Y lo dejaba pasar mirándolo sin mover la testa, apenas un subir los ojos hacia la frente y bajarlos rápidamente. Definitivamente Miguel era un hijo de puta adorable. Cerca de las seis, la llamada de Margot apareció espectralmente invitándola a tomar unos tragos y a cantar en el karaoke de siempre.
Giuliano había terminado de cantar la canción "Mientes tan bien" (del dúo Sin Bandera) y fue aplaudido. Cantaba bien y era justo, pensó. Y maldecía porque la maldita canción recitaba "…que te quedaras conmigo una vida entera" y su enamorada acababa de irse a vivir a los Estados Unidos. Puta madre, qué voy a hacer, no debí enamorarme. “…Que tu amor es sólo invierno nunca primavera”. Canción de mierda, no la hubiera cantado. Y ahora cómo voy a olvidarla. Se vino del aeropuerto y se sentó sólo, a cantar y tomar una cerveza. Daniela, su enamorada, era una chica no muy linda pero era lindísima. Apenas estuvimos 3 años, pero parecieron tres minutos y ahora no parecían nada. Dios, era el final de los finales, antes ya había terminado con otras chicas, pero Daniela era de las chicas con la que no piensas terminar nunca. Cuando la felicidad era eterna se le apareció una oportunidad a su nena para irse tras el sueño americano. Y como todo lo eterno se acaba... Él sabía que no la iba a seguir. Así que sólo quedaba recordar y olvidar. Veía a los demás cófrades y sabía que cada quien ponía a la mesa esa noche, el final de ese día con todos sus aderezos y los diluían en cerveza o sangría o en "…Una canción de amor".
César estaba con sus amigos que celebraban su onomástico, le habían regalado un Cross plateado y una torta. Había terminado hace 1 mes con Lucrecia y en este grupo estaba Rosa, una buena chica de quien le habían dicho no escondía su interés y preguntaba por él. Rosa era muy bonita pero como todo en la vida, lo que tienes al frente no lo deseas. El ánimo predatorio lo cultivas con lo inalcanzable. Lucrecia era la hija de un industrial y él, un trabajador bancario. Contra todos los pronósticos ella lo aceptó pero todos decían que esa relación no duraría. Era totalmente asimétrica, él la adoraba y ella tenía demasiado dinero. César soñaba que se podían casar pero ella tenía otros planes. César nunca fue tan feliz como con Lucrecia. Se volvió poeta, cantante, un quijote de otros tiempos. Y un día el sueño desapareció como la pompa de jabón, como el presente, como los recuerdos antiguos. Lucrecia le comunicó que se iba a casar con un gerente y César se lamentó de su suerte. Y lloró amargamente. Pero se recuperó y continuó adelante. De pronto Rosa cantó "Amor eterno", y los amigos que decían, a quién se la habrá dedicado, y carraspeaban. Hicieron un brindis y Rosa lo miraba de una manera especial.
Jorge había salido del hotel y dejado a Carla en su paradero. Carla era casada pero eran amantes hace 5 años y se comprendían en el sexo de maravilla. Su relación era puramente carnal y sabían que estaban malditamente condenados al placer cuando podían reunirse sin despertar sospechas en sus respectivos cónyuges. Ese día Carla se había vestido con un pantalón de esos que se tenía que poner con calzador para que quepa todo lo que tenía en su sitio y que era inmenso y tentador. Y la sorpresa se la dió cuando se quitó la ropa y le dijo que la lencería era comestible, como lo leen, co mes ti ble. Era el último invento para saciar el hambre de pecado, un artificio hecho para la condenación, para la profanación, para la perdición y el encuentro. Por supuesto que se la comió literalmente y después recorrió palmo a palmo todas las dunas, los meandros, los desiertos, las llanuras, las cumbres, los oasis, las simas y con los ojos cerrados comprobó que se la sabía de memoria a Carla. Ella se desbordó como la última copa de vino de la noche. Se desintegró para formarse de nuevo varias veces. Lanzó un grito ahogado e impenitente. Sintió la necesidad de infligirle una vez más la marca de posesión y le enterró las uñas en la espalda. Era un ritual despiadado pero era la única manera honorable de corresponder a toda la fantasía del momento, cortesía de Jorge. Y sentían que nunca volverían a ser los mismos a partir de ese instante. Y era verdad, se transformaban en unos poseídos por el demonio del placer y decidían morir en el intento por la obra maestra que acababan de concluir. Era poco, era demasiado, eran apenas unos minutos pero el placer les duraba exactamente hasta el otro encuentro. La dejó en su paradero y luego Jorge fue al karaoke para cantar "Lo dudo".
Alberto venía de su trabajo, había atendido varios pacientes y escuchado no pocas historias de quejas y frustraciones. Solía venir una vez al mes a sentarse y cenar. Escuchaba a los cantantes y antes de irse pedía unas canciones de Sabina, y pensaba que Sabina no debía morirse nunca sino ¿quién iba a componer a la perfección otras canciones?, ¿quién iba a asombrar al mundo otra vez con sus trovas? Cantó aquella canción de la prostituta que la levanta un tipo y se la lleva a su departamento y se enamora de ella. El final feliz es que lo abandona esa misma noche después de robarle. Esos son los finales felices de Sabina, sonrió. ("Medias negras"). Y recitó con melodía otra canción de un artista que después de un concierto en la playa de un pueblo va a darle una serenata a la mesera ojos de gata. Y luego se van a un hostal y así les dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres, y desnudos al anochecer los encontró la luna. En modo ranchera además. (" Y nos dieron las diez"). Miró el reloj, eran las tres de la mañana, debía irse. Mientras se iba pensó, tantas mesas, tantas historias. En un karaoke confluyen como en Babel muchas maneras de aspirar al cielo.